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INTEGRACIÓN SENSORIAL PARA NIÑOS
La integración sensorial define cómo nuestro cerebro recibe y procesa la información sensorial que nos permite realizar tareas cotidianas en la vida diaria. El concepto integración sensorial es una de las primeras teorías generadas dentro de la terapia ocupacional por Jean Ayres, terapeuta ocupacional y psicóloga americana con conocimientos de neurociencia.
Los primeros datos que se obtienen sobre esta teoría datan de finales de los años 60, principios de los 70, cuando Ayres relacionó las dificultades para recibir y procesar la información sensorial del cuerpo y el entorno con los problemas en la escuela o la utilización del cuerpo para participar en la vida cotidiana.
Nuestro cerebro recibe información, la interpreta y utiliza esa nueva información para ayudarnos a responder a nuestro entorno. Por este motivo la integración sensorial es importante en todas las cosas que hacemos como vestirnos, comer, socializar, aprender…
En consecuencia, un procesamiento sensorial deficitario incide de forma negativa en el día a día de las personas y en su calidad de vida.
Experiencias sensoriales en movimiento
En nuestro espacio de juego sensorial en Vilanova i la Geltrú, Barcelona, realizamos intervenciones sensoriales terapéuticas a niños y niñas desde el nacimiento hasta 14 años.

TERAPIA OCUPACIONAL
Desglosamos las actividades cotidianas y reforzamos los procesos mediante el juego para facilitarlas.

ACTIVIDADES EN FAMILIA
Siempre es un buen momento para compartir experiencias enriquecedoras en familia.

CHARLAS Y TALLERES
La importancia de comprender. Te acompañamos durante la crianza y desarrollo de tu hijo/a.
¿Qué es el trastorno de procesamiento sensorial?
El trastorno del procesamiento sensorial, conocido como TPS, es una afección que afecta a la manera en cómo procesa el cerebro la información sensorial. Los aspectos que engloba la información sensorial se resumen en todo lo que vemos, olemos, oímos, saboreamos o tocamos y algunos niños pueden tener dificultades para procesar esta información.
En la mayoría de los casos, este tipo de dificultades implican que se es demasiado sensible al conjunto de estímulos sensoriales, aunque también puede ocurrir el efecto contrario y que la persona necesite más estímulos sensoriales para que le lleguen a impactar.
Además de los cinco sentidos como son la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, existen otros menos conocidos, pero que también pueden verse afectados: el sentido de la propiocepción, que es el sentido de la consciencia sobre el propio cuerpo, y el sentido vestibular, que está íntimamente relacionado con el movimiento, la coordinación y el equilibrio.
La terapia ocupacional basada en el enfoque de la integración sensorial pone el énfasis en el trabajo con los sistemas sensoriales propioceptivo, vestibular y táctil.

¿Cuál es el origen de esta disfunción?
Algunos investigadores exploran las posibilidades de que la causa pudiera ser hereditaria. Otros profesionales se inclinan a pensar que el aumento de sustancias químicas y toxinas en nuestras vidas contribuye a causar la disfunción.
Vivir en entornos privados de sensaciones también interfiere en el desarrollo. Sin embargo, hay niños que viven en ambientes ricos en sensaciones, que tienen dificultades para que sus cerebros se nutran suficientemente de los estímulos.
El estilo de vida actual también tiende a agravar el déficit. Los niños cada vez son más sedentarios (pasan más horas viendo la TV o jugando con pantallas) y pierden oportunidades de estar al aire libre para correr, saltar, trepar y experimentar.
Las dificultades sensoriales pueden presentarse en niños diagnosticados de TEA, TDAH y otros retrasos o dificultades del desarrollo, además de darse por sí solos.
Señales de un procesamiento sensorial deficitario
- Hiperreactividad al tacto, a estímulos visuales, al movimiento o a los sonidos. El niño muestra hipersensibilidad que puede darse en forma de irritabilidad o retirada ante este tipo de estímulos. Por ejemplo, puede retirarse ante el contacto, evitar algunas texturas en las prendas de vestir o en la alimentación, distraerse con facilidad o presentar reacciones de miedo en actividades que no suelen ser problemáticas para el resto.
- Hiporreactividad a estímulos sensoriales. En contraste con los pequeños hipersensibles, un niño hipo-reactivo puede inclinarse por las experiencias sensoriales de calibre inusualmente intenso como, por ejemplo, girar sobre sí mismo o chocar contra objetos. El comportamiento de algunos niños oscila entre ambos extremos de reactividad.
- Dificultades de coordinación. Los problemas de coordinación se pueden ver en actividades motoras finas o gruesas. El equilibro en algunos niños puede ser pobre, mientras que otros pequeños presentan algunas dificultades durante el aprendizaje de nuevas tareas que precisan de coordinación motora.
- Nivel de actividad extraordinariamente alta o baja. El niño puede estar en movimiento constante o puede activarse con lentitud y fatigarse con facilidad. De nuevo, el comportamiento de algunos niños puede oscilar de un extremo a otro.
- Retraso en el habla, dificultades con el lenguaje, las habilidades motoras o el rendimiento académico. Estas señales pueden ser evidentes y darse ya en preescolar como signos de una integración sensorial deficitaria. En edad escolar, a pesar de que el niño muestre un nivel óptimo de inteligencia, puede tener dificultades en algunas áreas académicas.
- Pobre organización del comportamiento. Los niños pueden ser impulsivos o de distracción fácil y mostrar falta de planificación al abordar las tareas. Algunos pequeños tienen dificultad para adaptarse a nuevas situaciones. Otros pueden reaccionar con agresión, con frustración o rechazar y huir cuando son conscientes de que fracasan.
- Baja autoestima. En ocasiones, un niño que está experimentando las dificultades que acabamos de enumerar puede no sentirse muy bien. El pequeño puede ser consciente en algún momento de que algunas ocupaciones son más difíciles de realizar para él, pero no sabe por qué. Este niño puede parecer perezoso, desmotivado o aburrido. Algunos pequeños pronto encuentran formas de evitar esas tareas que les resultan duras o embarazosas. Cuando esto ocurre, el entorno (familia y escuela) suele considerar al niño como problemático o testarudo. Cuando un problema resulta difícil o incomprensible, padres e hijos pueden sentirse culpables por igual. La tensión familiar, el pobre concepto de sí mismo y el sentimiento de desesperanza prevalecen.

¿Puede ser el TPS la causa de las pataletas de mi hijo/a?
Efectivamente, dado que algunas sensaciones físicas provocadas por diferentes ocupaciones, como lavar su carita o vestirle, pueden llegar a resultarle insoportables, el niño puede mostrar a menudo comportamientos extremos como gritar o tener pataletas.
En este sentido también, la exposición a estímulos visuales y/o auditivos puede ser causa de cambios de humor imprevisibles y pérdida de control debido a la sobrecarga sensorial.
En algunos casos, cuando el niño o la niña están expuestos a impulsos que pueden pasar desapercibidos por otras personas, el menor puede responder con ataques verbales, agresividad e incluso huida, como salir corriendo en cualquier momento en dirección contraria al estímulo que está causando la alteración.
¿Qué puedo hacer como madre/padre de un niño afectado de TPS?
La observación es un gran aliado en estos casos. Si sospechas que tu hijo puede tener dificultades sensoriales acude cuanto antes a su pediatra. Observa a qué tipo de estímulos reacciona y trata de minimizarlos en su entorno.
Acude después a un terapeuta ocupacional para que pueda evaluar a tu hijo y dar respuesta a todas tus preguntas.

¿Cómo ayuda un terapeuta ocupacional a un niño con problemas sensoriales?
La percepción sensorial puede mejorar con la terapia de integración sensorial que llevan a cabo los terapeutas ocupacionales. Los ejercicios y actividades que propone el TO, siempre mediante el juego, inciden en el nivel de regulación sensorial de cada pequeño.
Tanto las evaluaciones como las intervenciones terapéuticas son individualizadas y personalizadas, de manera que el terapeuta tras su valoración puede pautar el tipo de intervención idónea para cada niño.
Las intervenciones se llevan a cabo en una sala de terapia sensorial, que es un espacio adaptado y seguro que dispone de todo tipo de juguetes y equipamiento destinado al juego terapéutico.
Si bien son muy valiosas las estrategias de adaptación que propone la terapia ocupacional basada en el enfoque de la integración sensorial, buena parte del tratamiento del TPS consiste en la aceptación y en aprender a convivir con las dificultades que provoca esta afectación.
En este sentido, en Capgireta brindamos acompañamiento a las familias durante el desarrollo íntegro del pequeño, para que las intervenciones terapéuticas que se realizan en nuestro espacio de juego sensorial puedan verse reforzadas con ejercicios y actividades que se puedan poner en práctica también en casa.